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lunes, 3 de diciembre de 2007

EL ÉXITO DE LA EMPRESA EMPIEZA CON EL INDIVIDUO

La supervivencia y el éxito de la empresa se pueden asegurar a través del desarrollo personal de sus empleados, lo cual lleva a una cultura empresarial sana donde la comunicación y la productividad florecen por su propia cuenta.
En un mundo perfecto, cada persona seria auto responsable y no tendríamos que gastar cantidades enormes de tiempo y recursos – que parecen necesarios hoy en día para mantener y hacer que crezca un negocio – asegurándonos de que cada empleado añada a la energía colectiva de la empresa por lo menos un pequeño porcentaje de su potencial verdadero.Tristemente, muchísima energía sigue siendo necesaria para motivar a un empleado normal. Y aunque sea común, lo cual actúa como gran igualador en respeto a la competencia en el mercado, existen casos donde, gracias a la unión de varios factores que sin duda no se conocen lo suficientemente bien en el mundo de los negocios, una compañía (que en su definición más básica es una asociación de personas, de seres humanos) logra salir de la impotencia, dejando al resto de sus “competidores” (si es que así se les puede considerar) retorciéndose letárgicamente en las arenas movedizas de la ineficacia.Google es un buen ejemplo. A medida que ha ido creciendo, la compañía ha logrado mantener un ambiente dinámico y agradable que a su vez cautiva y motiva a sus empleados (hay un reportaje interesante sobre el asunto en YouTube: http://es.youtube.com/watch?v=vd6BPhJjYL4). Lo importante es que los encargados de compañías como Google son conscientes de la importancia de una cultura empresarial sana, y no la sacrifican a favor de rutinas estancadas que ya no tienen eficacia hoy en día.Hoy en día, el ser humano es más individualista que antes. Que sigamos aferrándonos a los antiguos conceptos de autoridad y disciplina ya no tiene sentido, y llega a ser contraproducente.Si entendemos que una compañía está compuesta de individuos y no de autómatas, llegamos a la conclusión de que el futuro de la compañía depende, ni más ni menos, del estado físico, mental, emocional y espiritual de cada uno de sus empleados.Esta idea ya se va aceptando más en el mundo de los negocios: hay compañías que animan y ayudan a sus empleados a mejorar estos aspectos de su vida, tan importantes no solo para que se conviertan en empleados más motivados y menos explotados, sino también para desarrollar la satisfacción propia y vivir una vida más feliz.En la liga de fútbol española, por ejemplo, el uso de la meditación contemplativa es muy común. Está científicamente probado, y comprobado en el mundo práctico, que los beneficios de la meditación son globales y se experimentan tanto en la mente y en las emociones como en el estado físico. El resultado es un nivel de destreza previamente inalcanzable.La súper-estrella más conocida en el mundo de los deportes, Michael Jordan, aprendió a meditar con su entrenador Phil Jackson. El milagroso jugador de baloncesto dijo en más de una ocasión que el zazen (metodo de meditación Zen) fue un factor importantísimo en los seis campeonatos de la NBA que ganó junto a su equipo y en su formidable profesión deportiva.La auto responsabilidad, la motivación y el estado general de ánimo del empleado son factores que ni están, ni deberían estar bajo el control del empleador. Son perspectivas personales y se encuentran plenamente en las manos del individuo. Pero no hay nada malo en que una compañía promueva el desarrollo personal de sus empleados, porque el beneficio se sentirá primero a nivel personal, extendiéndose después a cada aspecto de su vida: su organización mental, su habilidad de ver una situación con claridad y responder con inteligencia, su capacidad de entender y comunicarse con los demás. Es, realmente, una relación de beneficio recíproco.

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